No todo es un trastorno mental – Hay que revisarnos socialmente y el sistema en el que vivimos
- Carolina Amarís
- 28 ene
- 4 Min. de lectura

Hoy día ya no es un tema tabú hablar de salud mental, sin embargo, sí ha venido pasando lo contrario a lo que se esperaba y es que se ha convertido en una muletilla para cualquier cosa o para dolencias humanas sociales y sistemáticas que deberían tener soluciones materiales. Parece que se ha vuelto también una cultura pop donde el que tenga más diagnósticos gana. Todos estamos locos, esto no es una competencia.
Un día estuve en un bar y había una chica bebiendo vermut, “voy por el quinto”, me dice. Yo le he respondido con una sonrisa y le he dicho que no bebo, – no soy totalmente abstemia, sencillamente no me gusta el alcohol porque mi cuerpo no lo procesa bien – de repente me observa un poco con desconfianza, pero logramos atravesar ese momento en el que si una persona no bebe aquel que sí lo hace se podrá sentir ofendido y en serio estas decisiones personales deberíamos dejarlas en paz y ya está. Finalmente comenzamos a hablar de lo que hacemos con nuestras vidas y yo le he dicho que soy psicóloga. Se le ilumina completamente la cara y me tira la siguiente: “ah que guay! Yo tengo TOC, TDAH y ansiedad”. Me sentí muy sorprendida con su respuesta, pero seguimos hablando y le he dicho lo que siempre digo: la ansiedad es el mal del siglo 21.
De repente me ve a los ojos y me dice: “¿y tú qué tienes?” me quedé muy perpleja. Claramente entendí la pregunta, pero no me gusta titularme con diagnósticos y no lo veo útil así que le dije: “¿cómo así qué tengo?… “sí, ¿Qué diagnósticos tienes? Es para sentir más empatía contigo” Le he dicho que tengo ansiedad y me respondió lo mismo que hablamos anteriormente: “jaja todos tenemos ansiedad”… y sí, tristemente puede ser que muchos tengamos la ansiedad completamente exacerbada hoy día. Incluso de forma debilitante.
El trastorno por déficit de atención e hiperactividad – muy mal llamado así a mi parecer – es un criterio diagnóstico que encuadra fallas en las funciones ejecutivas. Estas son: la atención, la memoria, la autorregulación emocional, la anticipación, la planificación de tareas, la inhibición y el procesamiento de la información y el manejo conductual apropiado para el sistema en el que vivimos. Planificar, organizar, guiar, revisar, regularizar y evaluar de manera óptima. Todo esto se puede aprender.
Si has vivido con esto toda tu vida, es otra historia, pero si te ves con fallas en las funciones ejecutivas hoy que antes no tenías puede ser que pasas demasiado tiempo en redes sociales con los ojos en pantallas y/o en estado de inercia o sedentarismo. El TDAH son fallas en el mecanismo de recompensa del cerebro, con las hormonas dopaminérgicas y de norepinefrina. Hoy esto es cada vez más común, vemos personas preguntando cosas básicas a Chat GPT y si el cerebro no se usa, se atrofia. Estamos atravesando cambios cognitivos notorios como especie, no por eso es un trastorno.
Lo mismo pasa en que si después de la pandemia te encuentras distinto, seguramente tienes que procesar dolencias que se abren después de desastres naturales. Esto ocurre con frecuencia porque nos enfrentamos con la noción de mortalidad y fragilidad de la vida. Somos una generación post pandémica y esto sí tiene implicaciones, no todos tienen TDAH o autismo y otras ‘neurodivergencias’, la mayoría tenemos traumas mal procesados que trabajar. Excepto si el TDAH es algo que percibes en tu familia y ya te lo ha diagnosticado un especialista lo más probable es que puedas mejorar al implementar nuevos hábitos saludables y aprender mecanismos para organizarte. Le voy a hacer todo un capítulo a la neurodivergencia porque lo merece, pero esto es mi pensar hasta el momento y vamos a dejarlo hasta aquí si no nos expandimos mucho.
Para concluir y responder el título de esto volvamos a retomar un poco lo que vengo diciendo, espero que se vaya entendiendo la idea. No todos sufrimos trastornos mentales y es muy simplista hablar de salud mental sin hablar de los desencadenantes ambientales y sociales. Estamos expuestos a ambientes que merecen ser cuestionados. Tal vez vivimos actos hechos por personas que fueron violentas y en un sistema complejo en donde no se tienen los recursos para afrontar nuestra humanidad. No es justo perder la noción de esto y pretenderse enfermos e incapaces cuando hay tantas causas en el contexto que te están dejando malestar.
Esto no se trata de que le echemos la culpa al gobierno, o a tu familia, o a aquellas personas que dejaste entrar en tu vida y te hicieron daño – en lo que sí ayuda es a brindar una distancia entre lo que te duele y ver las razones, a no catalogarse incapaces de cambio. Porque es cierto que vivimos las consecuencias de nuestros contextos, sin embargo, tenemos la capacidad de aceptar esto como lo que es, y de esta forma actuar con responsabilidad y agencia para mejorar o permitirnos atravesar heridas sin culpas y vergüenzas que no sirven de nada. Por esto hay que hablar de lo incómodo y pedir ayuda si es necesario.
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